lunes, 2 de noviembre de 2009

CHALETS

Sin duda alguna, el llegar a vivir en un chalet es, o al menos lo ha sido hasta ahora, una meta soñada por todos, como reflejo de un elevado «status» social y un óptimo nivel de vida. Salvo en ciertos países, cuya escasa densidad demográfica u otros factores han favorecido el desarrollo de este tipo de viviendas, la evolución socio-económica ha conducido a los miembros de las clases más acomodadas a fijar su objetivo en vivir en chalets, situados en zonas más o menos residenciales.
Es indudable que la independencia es casi absoluta, pero en materia de seguridad, requiere mayores y mejores instala ciones y también supone una mayor dedicación personal, bien de los propietarios o inquilinos, o bien de personal contratada para tal fin.
Hay que resolver los problemas que surgen, hay que ocu parse de que todo funcione, y, lógicamente, las inquietudes y molestias se multiplican. En este sistema de vida, no suele haber ni porteros ni vigilantes. No hay vecinos cer canos que puedan escuchar una llamada de auxilio y acudir a prestar la ayuda necesaria. Estos inconvenientes hay que suplirlos con medios físicos y electrónicos, que requieren ser conectados y desconectados, mantenidos, vigilados, y por encima de todo, controlados.
No debe pensarse que desaconsejamos este tipo de vivienda, naturalmente que no, pero sí creemos que, en lo concerniente a la seguridad, tiene más y mayores proble mas y que éstos exigen alternativas más técnicas y sofisti cadas. Generalmente, lo menos problemático es tener los medios económicos para instalarlas. Lo que sí es difícil es la vigilancia y control de éstas.
Es muy frecuente que al acudir a una llamada que solicita la reparación del sistema de seguridad de un chalet, el opera rio especializado compruebe que la avería no existe y que lo que sucede es que no se ha realizado bien una conexión o desconexión, o no se ha verificado su activación de manera correcta, o no se ha comprobado el sistema de alimentación. Esto es casi peor que no contar con estos medios de protección, pues se está confiando en un sistema que no funciona.
Los descuidos de este tipo, suponen una gran ventaja para los ladrones o malhechores organizados y con suficientes conocimientos técnicos especializados, ya que aunque conocen la existencia de los sistemas de protección, cuen tan con estos errores y lo único que tienen que hacer es asegurarse de que no haya nadie en el interior del chalet. El estudio de esa posibilidad les resulta bastante fácil.

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