Es casi increíble, pero es cierto, que los ladrones o violado res reciben, por descuido, la colaboración de sus propias víctimas. Casi nadie piensa que lo que le ha ocurrido a otra persona le pueda suceder también.
Efectivamente se cometen multitud de imprudencias con excesiva alegría y tranquilidad. Veamos algunas de las más frecuentes:
— Dejar las puertas abiertas, porque la gestión con los vecinos va a ser rápida.
— Ante un visitante que nos ofrece o solicita algo, deja mos la puerta abierta o, como mucho entornada.
— Abrir la puerta sin saber quién ha llamado. Ni siquiera se mira por las mirillas instaladas al efecto.
— Al salir a un recado dejar la puerta cerrada simple mente con el resbalón, sin echar la llave.
— Y otros muchos descuidos.
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