lunes, 2 de noviembre de 2009

El vecino

Desde el principio del mundo todos los seres humanos nos hemos agrupado con, entre otras, la sana intención de obtener ayuda. Ahora bien, para recibirla es preciso tam bién darla.
Para ser buenos vecinos no basta con que nos invitemos frecuentemente a cenas, reuniones y otros divertimentos. Es, a nuestro juicio, mucho más importante que el vecin dario se apoye entre sí, sin inventariar ni cuantificar las ocasiones.
Cierto es que cada cual tiene sus dotes y habilidades parti culares que le dan prestigio y consideración ante los demás, pero cara a los temas de seguridad que estamos exponiendo, todos podemos ayudar y ser ayudados.
Cuando nos ausentemos de casa, pidamos a nuestro vecino que haga por nosotros lo que deseará que hagamos por él, de manera que al protegernos se verá protegido, a su vez, cuando lo necesite, como, por ejemplo:
— Deberá recoger el pan y la leche como si fueran para él. El pan lo puede utilizar y la leche la puede guardar para cuando volvamos.
— Casi todos los días deberá entrar en nuestra casa y aprovechando para ventilar, abrirá las ventanas y subirá las persianas durante un rato que puede aprove char regando las plantas.
— Encenderá alguna luz.
— Recoger el correo del buzón y guardarlo en su casa.
— Puede también repartir su basura en dos bolsas y colo carlas en los dos lugares habituales.
Con todas estas pequeñas precauciones además de evitar en un 70 por ciento que sean desvalijados nuestros domici lios, nos protegerá indirectamente de otras desgracias o accidentes domésticos al darse cuenta a tiempo de cual quier avería que se produzca.

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