lunes, 2 de noviembre de 2009

Ventanas, ventanales, terrazas, tendederos, patios y otros huecos interiores

Supongamos que, con lo expuesto hasta el momento, hemos conseguido dificultar (o incluso impedir) la entrada del delincuente o ladrón por las puertas. Con ello únicamente habremos salvaguardado el frente, pero no la retaguardia.
Es frecuente, incluso normal, no pensar en estas otras zonas, pero si el ladrón no puede entrar por las puertas, lo intentará por otros accesos que, a veces, no le son tan difíciles.
Puede hacerlo por la fachada, pero si la vivienda está sufi cientemente alta tendrá que hacerlo a través del balcón o terraza de otra vivienda. Esto no es demasiado fácil salvo si las terrazas o balcones están prácticamente unidos. En este caso, y como quiera que las conexiones a las terrazas desde el interior de las viviendas son puertas diáfanas, ventanales corridos o simples ventanas, las posibles solu ciones son:
— Instalar rejas o cancelas, cuya fabricación ofrezca auténticas garantías, pues hay rejas que aunque parecen muy sólidas no lo son tanto.
— Cambiar la carpintería de los huecos que dan a las terrazas, con objeto de instalar vidrios de seguridad I formados por:
• dos lunas de 6 mm. de espesor, con una interlaminación de Buíyraly o
• tres lunas; una de 4 mm., otra de 6 mm. y la tercera de otros 4 mm., con dos interlaminaciones de Butyral.
No hay que olvidar la sustitución de los sistemas de cierre y de cuelgue si son ventanas o puertas batientes. Si son correderas hay que tener muy en cuenta que se pueden levantar y quitar o separar del carril inferior. Esto lo saben todos los ladrones. Conviene, por lo tanto, en estas últi mas, instalar buenos cerrojos de pasador en los laterales interiores para impedir que, desde el exterior, se levanten las hojas.
Al encontrar tanto las puertas como las ventanas de las terrazas difíciles de violar, lo probable es que el ladrón intente pasar por la zona de servicio. Casi todas las escaleras de los edificios de viviendas dan a patios interiores y tienen huecos que les aportan luz y ventilación. Normalmente y de acuerdo con nuestra tesis, las terrazas y tendederos suelen estar cerca de estos huecos de la escalera y el acceso no es excesi vamente complicado para los malhechores. Lo ideal sería que, en los huecos de las escaleras, las partes practicables para ventilación estuvieran en la parte más alta y, que como mucho tuvieran 20 cm. de alto. De esta manera, aunque pudiera pasar un cuerpo humano, sería complicado que el intruso encontrase puntos de apoyo que le permitieran dar el salto hasta el tendedero. Aun así, las ventanas y/o puertas de la vivienda que den al tendedero, deberán protegerse de igual manera que las que dan a las terrazas exteriores.
No creemos necesario dar una información exhaustiva sobre cerraduras o cerrojos de seguridad, pestillos, fallebas, goznes, etc. Cualquier cerrajero que sea un buen profesio nal puede aconsejar lo más adecuado en cada caso. A título de curiosidad, sí consideramos interesante para el lector, exponer cómo y en qué consisten los tipos de cerraduras más habituales.
Cerradura de bombillo o de cilindro y tambor. En algu nos sitios es conocida como cerradura Yale debido a su inventor, Linus Yale. Es la cerradura más corriente. Sus mecanismos de cierre obedecen, por medio de levas o bulones, al giro del tambor. El «bombillo», está formado por dos cuerpos: tambor y cilindro, siendo el primero el que, al girar, mueve el pestillo de la cerradura; al introdu cir la tija de la llave en el cilindro, irá levantando los bulones hasta que coincidan sus divisiones con la separa ción entre el cilindro y el tambor, permitiendo de esta manera el giro. Aunque todo tiene importancia, es el bom billo el que estudia y maneja el ladrón. Hay varios tipos de bombillos, dependientes de la llave de sierra con una o varias filas de tijas receptoras de los bulones o pistones. Cerradura de borja. De esta cerradura pueden distinguirse dos tipos:
— de pala, doble o simple, que es el más habitual en el mercado, y
— del tipo inglés Brahmah, que es de los más antiguos.
Se distinguen principalmente en que en la primera, la llave está formada por una pala a cada lado del vastago central. Dichas palas llevan unas muescas que permiten el paso de las levas o borjas de combinación que a su vez están controladas por resortes o muelles a presión, que hacen que el «fiador» consiga alinearse con la espiga de bloqueo permitiendo al girar la llave, sacar o meter el pestillo.
La llave de la cerradura tipo Brahmah está formada por un cilindro con un «guiador» que lleva en su extremo unas muescas o guardas, que al coincidir con las levas o borjas, permiten que la llave pueda girar y accionar el pestillo.

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